El periodismo ha muerto.

22.10.2016

A primera vista, este título puede generar una especie de shock en nuestra caja de resonancia moral. Y es que claro, el periodismo es un oficio, que vemos a diario vivito y coleando. De hecho, en horarios matutinos, vespertinos y nocturnos uno se encuentra con un flujo de información que le sobrecarga la necesidad de análisis, pues cómo detenerse ante tanta y constante actividad, por recibir lo que se nos informa a través de las instituciones en las cuales depositamos nuestra fe de que a eso se encargan, que ese es su deber y por tanto lo harán "de la mejor forma posible". ¿Verdad?

Cuantos atropellos hemos tenido contra la realidad, que hoy mismo nos tiene frente al espejo de nuestras realidades como sociedad: los grandes medios de comunicación en nuestro país responden a intereses económicos, a concepciones de la comunicación que la conectan directamente con la voluntad del lucro, en un sistema tan viciado en su propia fundamentación como su praxis. Repito, no se trata de buenos o malos, sino de expresiones de un sistema y una forma de pensar que tiene que invitarnos a plantear alternativas como forma de expresar "revolución".

Al lector, le digo que no es cuestión de creer mis palabras o no, sino de verlas, entenderlas en nuestro alrededor. En especial a los siguientes sucesos:

Cuando el domingo 16 de Octubre el diario El País titulaba "Otro agujero negro del BPS: las jubilaciones por invalidez", el ministro de Trabajo y Seguridad Social se vió en la necesidad de emitir un comunicado para aclarar la falsedad de dicha noticia (dato no menor, el ministro Ernesto Murro fue director del BPS, con una destacada gestión que le permitió asumir responsabilidades de orden mayor). Cuando al otro día, el mismo diario titula "El gasto en Juventud: otro déficit", en una nota que buscó defenestrar al INJU, lo que provocó que Santiago Soto, su director, saliera a desmentir la enorme cantidad de falacias que dicho artículo sostenía (al respecto, los invito a leer dicha noticia en https://www.carasycaretas.com.uy/director-del-inju-desmient.../). Cuando el miércoles 12, el programa televisivo "Santo y Seña", emitido por Canal 4 y bajo la conducción periodística de Ignacio Álvarez, presentaba un duro informe sobre OSE en el que se presentaba la situación de dos funcionarios del ente público denunciados por presuntas irregularidades, se sostuvo que los mismos mantenían una relación con el Partido Socialista, lo que provocó que el sector político emitiera un comunicado desmintiendo dicho vinculamiento (Al respecto, aquí el comunicado oficial: https://www.ps.org.uy/?p=2229). Y ya que mencioné dicho informe, aprovecho para también remarcar otro punto sin validez que fue sostenido: que el Vicepresidente de la República, Raúl Sendic, tenía dentro de sus propiedades una chacra en el departamento de Treinta y Tres, otro punto que fue desmentido, en este caso por el sector político Compromiso Frenteamplista (Aquí el comunicado oficial: https://www.lista711.uy/comunicado-al-programa-santo-y-sena-y-a-la-opinion-publica/).

Creo que lo que mencioné basta y sobra para dejar en claro lo grave del asunto. Pero por si fuera poco, el 21 de Octubre se publicó, también en el diario El País un artículo titulado "Huidobro firmó decreto luego de fallecido", artículo que generó una contundente respuesta por parte de la secretaría de comunicación de presidencia (https://medios.presidencia.gub.uy/tav_portal/2016/noticias/NO_V164/Comunicado-hui.pdf). Al respecto, es necesario comprender lo siguiente: la nota no decía nada. Amaga con que algo merece ser noticia, porque es un desastre, y sin embargo, al leerla, el lector se encuentra con que el propio artículo se desmiente y RECONOCE un buen procedimiento por parte de presidencia. Es decir, se genera un manto de incertidumbre en la información, por el solo placer de hacerlo, o al menos así parece (¿para qué publicar una nota que se desmiente a sí misma, sino?).

Pero, como bien dice el dicho, no hay mal que por bien no venga.

Aprovechemos esta situación para poner en cuestión algunos de los temas que, por ser parte de nuestra cotidianidad se nos figura como hábito, como natural (y con ello inmodificable). Irrumpamos esta idea de inmediato. La democracia se basa en comprender que el pensamiento es limitado por la manera que le es propia, por eso la "riqueza de la diversidad" que surge del encuentro con un otro, con algo que me es diferente y me transforma. No desde imposiciones sino de intercambios. Porque entendamos esto, no hay una sola manera de pensar (y por tanto, de comunicar), y esto debemos comprenderlo por encima de convivir con una cultura que nos impone una forma de pensar sobre el resto. Con una realidad como la nuestra, donde las formas de pensar predominantes aniquilan la posibilidad de edificar un consenso (aunque sea) en formas de pensar que se presenten alternativas.

Así, se mata la democracia, pero sobre todo, se mata al propio periodismo. Bajo el artificio que sostiene al periodismo como "objetivo", como "algo que puede ser apartado del sujeto" (periodista) nos estamos haciendo trampa a nosotros mismos. ¿Por qué evadir la discusión de qué merece ser noticia? Eso privilegiaría la búsqueda de nuestros fundamentos, lo que seguramente a más de uno le inquiete. Pero de eso se tratan las luchas populares, de inquietar al estatus quo con alternativas reales, que obliguen a re-ver nuestros fundamentos.

Por ello, pensar en la discusión de una ley de medios que logre re-direccionar nuestra realidad a una comunicación más plural y de rol democrático, alzando las voces de la diversidad oprimidas por el pensamiento único se hace no sólo una interesante idea, sino una imperiosa necesidad.

Nicolás Mederos Turubich

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