Entre la soberbia y la incertidumbre: el Uruguay en encrucijada.
El próximo domingo 24 de noviembre, la ciudadanía uruguaya eligirá al próximo presidente de la República, entre Daniel Martínez y Luis Lacalle. Sin embargo, ya en Octubre el electorado optó por su opción para conformar el legislativo nacional. Que el electorado haya optado, en su 40%, por una representación frenteamplista tiene dos lecturas posibles: por un lado, no es menor un apoyo "base" tan importante para un partido político que hace 15 años está en ejercicio de gobierno. Por el otro, es un golpe en la cara del relato de que "el voto al FA estaba asegurado" por la inconsistencia de una oposición desdibujada. La respuesta se tradujo en las urnas: ni el FA tuvo asegurado el apoyo de la ciudadanía por el relato del "menos peor", ni la oposición tradicional contó con la credibilidad del electorado. Tanto el FA, como el PN, como el PC (y podríamos sumar al PI y la UP para rematar el total de partidos que tuvieron representación parlamentaria durante este período) tuvieron una disminución en sus votaciones. El PERI logró una banca en diputados, aunque ese testimonio queda opacado por el ingreso de Cabildo Abierto a la representación parlamentaria, con 3 senadores y 11 diputados.
En primer lugar, el Frente Amplio pecó de carecer una estrategia clara y eficiente de afrontar la campaña. El cómo aparece Graciela Villar en la campaña, sin desmerecer a la candidata a la vicepresidencia, tuvo el traspié de dilucidar la falta de diálogo interno en la fuerza política. Por otro lado, la creencia de que "con un buen programa de gobierno bastaba" también alejó el discurso frenteamplista de la posibilidad de atraer al ciudadano común, y esto hay que entenderlo: en tiempos donde ese graffiti argentino que reclamaba "basta de realidades, queremos promesas", el FA descuidó un aspecto de la estrategia de campaña nada menor: el de generar un discurso que logre atraer votantes.
Este último punto es bueno profundizarlo: el FA basó su campaña en "considerar, mirando hacia atrás, lo hecho". En ello, no se logró dar con los reclamos de mayor medida. ¿Qué significa esto? Que para un grueso de la población, el no abordar ciertas temáticas fue un "alejamiento" de sus intereses. Esto significa no menospreciar los temas que la propia ciudadanía evoca y lo vemos con mayor propiedad en el tema de Seguridad y Convivencia, donde lastimosamente se vió como en barrios populares, trabajadores y trabajadoras optaron por votar la reforma impulsada por Larrañaga. Quizás, para quienes conviven en las "vueltas del centro", esto puede ser visto como un aspecto ajeno. Sin embargo, para quienes aún la están pasando peor en la cotidianidad de este sistema que expulsa intrínsecamente a las diferencias, su convivencia está marcada por la inseguridad, y esa violencia no puede tampoco ser "aceptada".
Dicho esto, podemos focalizar el análisis en contrastar con lo que han sido las campañas de la derecha. El llamado del FA a entender esta elección a partir de 2 modelos de país, es correcto. Lo que falló fue el trabajo de "traducir" esta cuestión a un lenguaje para que la gente, desde su ajenidad a las estructuras políticas institucionales, lo entienda con claridad. ¿Qué sería una comunicación que exprese "con claridad"? Apuntar a los puntos que son verdadero contraste y que hacen a la diferencia entre esos "dos modelos políticos", reforzando la defensa de un proyecto que se embandera con la defensa de "lo público". Eduardo Galeano, además de un escritor de renombre, fue un referente cultural que tomó partido en la defensa de las empresas públicas en los 90's. Frente al embate privatizador, señaló que es parte de la idiosincrasia uruguaya la defensa de lo público. Quizá, hasta se pueda remontar aún más hasta el viejo Batlle y Ordoñez, tan presente en el discurso y ausente en las acciones del Partido Colorado representado por Talvi, cuando expresó que "el Estado debe ser el escudo de los pobres, no por estar en contra de los ricos sino porque, por el hecho de ser ricos, ellos tienen posibilidades de 'revolverse solos'".
La sombra del Neoliberalismo.
Por su parte, la derecha no puede desmarcarse de su concepción neoliberal. Este punto es central: Uruguay presenta en una de sus campanas electorales una perspectiva propiamente neoliberal. No lo es por discurso que lo "encasille", lo es a partir del rol de las empresas públicas (donde a partir del "importe de combustibles refinados, y flexibilizar la cadena de distribución" se genera una condena a la bancarrota hacia las empresas públicas, desmantelando su principal razón de ser: un proyecto que brinde un servicio social a su ciudadanía, por sobre una lógica de mercado con consumidores), de la visión conservadora en lo social (la derogación de varios de los derechos conquistados, como los consejos de salario, el aborto legal, la regulación del cannabis, por mencionar algunos, son claros ejemplos), y la habilitación de una represión desmedida (sintetizada en una propuesta de "gatillo fácil" que se encuentra sin problema dentro del punto 6 de las propuestas del "compromiso por el país", el documento elaborado por los candidatos opositores de cara al balotaje).
Tampoco es menor que esta alianza cuente con el apoyo de la ultra-derecha, (ya la mera aparición y el apoyo de Cabildo Abierto merecen una nota aparte, pero yendo a lo que nos concierne...). El partido encabezado por Manini Ríos ha sido un espacio de encuentro para esas pequeñas excepciones para el Uruguay, de gente que defiende una ideología neonazi (la imagen del militante abrazado a Manini quedó grabada en la memoria), grupos conservadores (que por si nos habíamos olvidado, en Uruguay los hay y en cantidad importante), como también nefastos personajes que han sido vinculados a delitos de lesa humanidad. Eso es un fenómeno que se despierta en la gente, y hay que entenderlo. "Lo reaccionario", también responde a un proyecto que, manteniendo lo estatista, convive con la propuesta neoliberal bajo un pacto de conservadurismo social. Hay que entenderlos: ver la región y el mundo ha de ser viento en la camiseta para la perspectiva derechista de la vida.
Entonces, las conquistas de la población son el principal riesgo a perder en estas elecciones. Podemos decir que es un debe del Estado cuando se presentan carencias estructurales. Pero adjudicar esa carencia a un gobierno sin más no sirve de nada si la mirada se focaliza en el árbol, en desmedro del bosque. Las políticas de reparto no son una garantía: son una decisión que responde a determinado modelo. La mera "gestión" o los constantes señalamientos hacia la lógica empresarial únicamente esconden un deber de los gobernantes: expresar su compromiso con los sectores marginados más allá del discurso moral y ético, traduciéndolo en políticas públicas.
Por último, hacia una especie de "autocrítica frenteamplista", remarcar: La soberbia se paga muy cara. En estos momentos, es fundamental revertir el diálogo de sordos. Para eso, recordar que no hay iluminados, ni hay portadores de la moral garantizada. Esa grieta, además de ser errada, no es necesaria. Curiosamente, es interesante recordar el concepto que Sanguinetti utilizó otrora; el de "familias ideológicas". Sí debemos afirmarnos en que efectivamente hay distintos lugares desde los que ver al mundo. La oposición se reafirma en el discurso del "yo soy yo y mis circunstancias". La izquierda le agrega a la expresión; "y si nos las salvo a ellas, no me salvo yo".
Así, es importante tener presente que ni ellos están tan juntos, ni nosotros estamos tan solos, como quieren hacer creer. Estas son declaraciones que buscan instalar una realidad. Es pertinente recordar que la realidad, para ser real, requiere de algo más complejo que "lo discursivo". Entre tanto, vemos a una derecha que padece del síndrome del vampiro: no logra ver su propio reflejo en el espejo. Vemos como Manini retoma a Sanguinetti cuando le preguntan por los desaparecidos de la dictadura, haciendo mención al "revanchismo" y que ellos "no tienen los ojos en la nuca", en alusión al "mirar hacia atrás". Lacalle Pou se aferra al olorcito del poder, y nos hace recordar eso que de forma tan clara expresa el querido Carlos Demassi: "la derecha política siempre ha mostrado más apego a sus privilegios que a la legitimidad constitucional"
De este lado de la vereda, la autocrítica de que el cambio cultural profundo brilló por su ausencia. A no olvidar, que el juego está diseñado así, para que en el vaivén de estas disputas y estos intereses en disputa, siempre son los mismos los que ganan. El abajo social golpeado, pero entretenido. Por eso, frente a la posibilidad de un salto cualitativo regresivo en materia de derechos conquistados, creo que es necesario consolidar algunas reflexiones para dar batalla: la misma que flamea sus banderas en el pasado, alza sus puños hoy y debe luchar por resistir en el mañana:
1- Esta posibilidad de regresión es más el fruto del desgaste de una izquierda dominada por expresiones burguesas conciliadoras, que han desmembrado en nombre de la "gobernabilidad" un proyecto alternativo a la mera administración del capital transnacional, antes que acierto alguno de la derecha política.
2- Se vuelve imprescindible que, sin relegar la importancia de las elecciones, las fuerzas políticas que pretenden construir una alternativa real al modelo del capital realicen un acumulado en común, dejando a un lado la mera competencia individualista, así sea entre espacios políticos.
3- Es momento de consolidar una síntesis. Un paso más en la escalera de procesos de acumulación política. Para ello, se vuelve impostergable el salir de los enfrentamientos antitéticos. Y ojo, que esto no quiere decir, en lo más mínimo, que el marxismo esté perimido, lo que sí quiere decir es que está transformado en sus propios cimientos. La alienación al trabajo, a la naturaleza no ha cambiado. Sin embargo, desde una perspectiva ortodoxa del marxismo, diríamos que estos procesos de alienación se producen "desde afuera". Hoy, con la perspectiva de un poder ejercido desde la cotidianidad del sujeto y que domina su propio hábito entre las relaciones sociales, decimos que ese proceso de dominación y alienación es "desde adentro" del propio sujeto. Esto reclama pensar alternativas que broten desde la subjetividad que se sustenta en lo que Foucault llamó micropoder, y que deviene de las relaciones sociales que encarnan un poder específico.
Nicolás Iván Mederos Turubich
Docente de Filosofía.
Referencias:
FA: Frente Amplio
PN: Partido Nacional
PC: Partido Colorado
CA: Cabildo Abierto
PERI: Partido Ecologista Radical e Intransigente
UP: Unidad Popular